Patricia ayudó a su madre a respirar sólo unas horas después de haber aprendido en el colegio a hacer la maniobra de Heimlich
Patricia tiene 10 años y estudia en el colegio Antonio Machado de
Gijón. Ayer fue una de las 240 personas, entre estudiantes, padres y
profesores, que recibieron formación sobre reanimación cardiopulmonar y
sobre cómo actuar ante un atragantamiento y otras situaciones de
emergencia. Y eso fue lo que ayer mismo salvó a su madre, María Luz
Luna. Ella lo tiene claro: «Si no es por mi hija, me muero. Si no llega a
estar ella en casa, me ahogo». Lo cuenta recién llegada a casa, tras
muchas horas en el Hospital de Cabueñes, tres gastroscopias y un susto
enorme. Pero orgullosa y convencida de que debe contarlo para
concienciar de la importancia de que los niños reciban esta formación,
que a ella le ha salvado.
Luz quiere contar su caso para demostrar que lo que aprendió Patricia
en el colegio es importante. «Quiero que la gente se conciencie que
hagan estos cursos en todos los colegios. Mi hija ha podido hacerlo. Si
ella no me mueve, me hubiera ahogado».
Raquel Palacio no puede encontrar mejor forma de demostrar que los
talleres, que gracias al empeño del equipo han llegado a más de 3.000
estudiantes, «funcionan, son prácticos». Hoy continúan en el centro,
enseñando a los más pequeños, los de 3, 4 y 5 años. «No tendrán la
fuerza para hacer las maniobras, pero sí pueden indicarte cómo se
hacen». Palacio defiende que «todos los ciudadanos» deberíamos saber lo
que Patricia ya sabe y puso ayer en práctica. Luz resume el proyecto,
llena de agradecimiento a los promotores de los talleres, a los
profesionales que la atendieron ayer. Y, por supuesto, a su hija. «Tus
manos pueden salvar una vida. Nunca me pareció más real que hoy».
17 octubre 2014
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