lunes, 27 de junio de 2016

Un vigilante de seguridad salva la vida a una mujer infartada con un desfibrilador a las puertas de Ence

Manuel Merino hizo un curso para manejar el dispositivo: "Nunca pensé que lo fuera a utilizar y espero no tener que volver a usarlo

Un vigilante de seguridad de la empresa Segur Ibérica que presta sus servicios en el complejo
industrial de Ence-Pontevedra, Manuel Merino Ferreiro, salvó el pasado sábado la vida de una mujer gracias a sus conocimientos en maniobras de reanimación y al uso de un desfibrilador. La actuación de este vigilante de seguridad y su compañero fue clave, según los servicios médicos, para que esta mujer que sufrió un grave problema cardíaco pudiera salir adelante. "Yo sinceramente pensé que no había hecho nada, pero luego los familiares nos confirmaron que, según los médicos, si no fuera por nosotros esta mujer ahora no estaría con vida", explicaba ayer a FARO el propio Manuel Merino, vecino de Pontevedra.
Ocurrió a las 7.45 horas del sábado cuando el vigilante de seguridad acudió en respuesta de un aviso de socorro enviado por el personal auxiliar de Ence. Según él mismo explica, la víctima era la mujer de un transportista de Elnosa que permanecía en un vehículo aparcado en el exterior del complejo mientras su marido se acercó un momento a la portería. "Cuando volvió al coche ya se encontró a la mujer con un infarto", explica este vigilante de seguridad. "Fue ahí cuando nos avisaron", añade, "en el momento en el que yo llegué ya la habían tendido en el suelo y estaba fatal..., inconsciente, no respiraba, estaba morada..., fue algo totalmente horrible".
Sin embargo, esta situación no pudo con los nervios de Manuel Merino que rápidamente reaccionó. Se hizo con un desfibrilador que tienen en el coche y actuó. "Comenzamos a realizar maniobras de reanimación y conectados el desfibrilador, le dimos varias descargas y a la segunda o a la tercera reaccionó y comenzó a respirar", explica. "Luego la intentamos mantener estable hasta que ya llegó la ambulancia", añade.

Merino explica que el desfibrilador forma parte del equipamiento que llevan en el coche patrulla de la empresa Segur Ibérica para la que trabajan. Aunque la propia firma se ha encargado de impartir cursos y actualizar su formación de primeros auxilios, este trabajador con más de 30 años de experiencia en el sector, destaca que fue él quien se interesó por acudir a Madrid a recibir un curso específico en el uso de un desfibrilador. "Lo hice porque lo llevamos siempre en el coche y me daba rabia tenerlo y que no lo supieras usar", explicaba ayer. Además, dice ser consciente de que, por el tipo de trabajo que realiza, no es difícil que se pudiera encontrar con una situación de este estilo, de ahí la necesidad de formarse. Con todo, reconoce que la del sábado fue "la primera vez que lo utilizaba, nunca pensé que lo fuera a necesitar y menos mal que lo teníamos", explica. Eso sí, añade que "ojalá que no tenga que volver a usarlo porque el trago que pasas es bastante malo", afirmaba ayer.

sábado, 18 de junio de 2016

«Mamita, no te preocupes que al abuelo no le va a pasar nada»

Con apenas 10 años, Eva Prévot se convirtió en una pequeña heroína al salvar la vida a su abuelo practicándole un masaje cardiopulmonar tras sufrir un infarto.
Sus manos son todavía pequeñas, pero son las responsables de haber conseguido algo muy grande: salvar una vida. «Era de noche y estaba en mi habitación, cuando oí a mi abuela gritar. Al llegar a la cocina, vi que mi abuelo estaba inconsciente, y mi abuela y mi hermano estaban paralizados». Así recuerda Eva Prévot cómo sucedieron los acontecimientos de aquel ya imborrable 27 de enero, en el que tuvo muy presente «que no vale de nada llorar, hay que actuar», afirma con una serenidad aplastante esta niña coruñesa que acaba de cumplir los 11 años. «Pero cuando pasó aquello tenía 10», matiza.
Su abuelo acababa de salir del hospital tras sufrir un infarto, por lo que tuvo claro que su corazón estaba volviendo a fallar. Sin perder tiempo, le pidió a su hermano que llamase al 061. «Porque yo no era ni capaz de marcar los números», recuerda la abuela, Carmen Ventureira. Tras coger el teléfono, Eva comenzó a seguir las instrucciones de los sanitarios, aunque lo que le decían no era nada nuevo para ella, ya que justo en el colegio acababa de recibir un curso de primeros auxilios y sabía perfectamente cómo se practicaba una reanimación cardiopulmonar (RCP).
Confiesa «que tenía un poquito de miedo de hacer daño a mi abuelo», pero sabía que era necesario hacer suficiente presión sobre el pecho para que el masaje fuera efectivo, una reanimación que se prolongó durante unos diez minutos hasta que llegó la ambulancia y le cogieron el relevo. «Durante todo el tiempo me tranquilizaba y me decía: 'Mamita, no te preocupes que al abuelo no le va a pasar nada'», recordó ayer la abuela, que todavía no da crédito a la lección de responsabilidad y determinación de su nieta. «Cuando llegamos al hospital nos dijeron que se notaba que le habían practicado los primeros auxilios y que puede que gracias a ellos estuviese vivo», apuntó Carmen Ventureira, que reconoce que desde aquel día «no tengo ningún miedo si estoy con ella. Hasta me da más seguridad estar con ella que con mi hija».
Para Manuel López fue todo como un sueño. No se enteró de nada hasta que recobró la consciencia en el hospital y se lo contaron. El susto fue muy grande y tuvo que permanecer ingresado más de dos meses. «Pero ahora está mejor que antes de lo que pasó», apunta Eva, que no para de abrazarlo, mientras él le recuerda que «estuvo increíble». 
Agradecimientos